Aparte de las especulaciones que califican de lugar de culto ancestral el solar que hoy ocupa el santuario, y de la identificación que hace el padre Juan Ruiz de éste con el de santa María de Al-Sahala, explicando así que se identifique la primitiva imagen de la Virgen de la Antigua con la que en ese mismo lugar se había venerado incluso antes de la llegada de los moros sabemos que, ya a inicios del siglo XIV, existía esta ermita de santa María. El rey Alfonso XI nos cuenta en su Libro de la Montería sus correrías cinegéticas por el Cuete y la Barquera, en donde cazaba osos y cobraba otras piezas de caza mayor, y también sabemos que el Domingo de Ramos del año 1332 asistió el rey a la liturgia en este lugar de la Finojosa. Muchos sostienen que fue este rey el que dio a la Virgen gótica la advocación de la Antigua, aparecida a san Fernando y descubierta por él en un muro de la mezquita mayor de Sevilla. Por eso, esta advocación fue de las principales devociones de la dinastía real de Castilla y León, difundida por toda España, con preferencia por Andalucía y, desde Sevilla, a la América española, donde es conocido su culto especialmente en Panamá. Allí, Martín Fernández de Enciso y Vasco Núñez de Balboa fundaron en 1510 la ciudad de Santa María de la Antigua de Darién, siendo su catedral de la Antigua, la primera capilla dedicada a la Madre de Dios en Tierra Firme y actualmente, la Virgen, patrona de Panamá.
Nos consta desde esta época la importancia del santuario como lugar de culto para los moradores de las numerosas aldeas y pagos que rodeaban la Antigua, y que dependían de él para celebrar la liturgia y recibir los sacramentos y que, muy posiblemente en sus orígenes, el santuario fue compartido por varias poblaciones.
También tenemos constancia, al menos desde 1589, de la existencia de una cofradía de la Virgen de la Antigua erigida en la iglesia de san Juan Bautista, y de la que la actual cofradía sería heredera.
El padre Juan Ruiz, que conoció aquella imagen medieval y primigenia de la Señora, la describe como una Virgen reina, con el Niño en brazos, de estilo gótico, de pie con cumplida túnica y manto y calzado más o menos puntiagudo. También nos dice que en una época que debe corresponderse con el barroco, la imagen de la Virgen fue retallada para poder ponerle pelucas y vestimenta de tela, en donde está el origen del traje de Pastora, que usaban las damas de la época en peregrinaciones y salidas al campo, conservando el traje de reina en su estancia en Hinojosa y quizás en algunas otras ocasiones solemnes en el santuario.
Desde el siglo XVI, la devoción a la Virgen de la Antigua es notable, siendo de las cofradías tradicionales, la segunda más rica después de la de San Bartolomé, y seguida de la de la Virgen del Castillo.
En el siglo XIX, se consolida esta antigua devoción, decantándose como preferente, dando lugar a lo que sería en el siglo XX.
En 1901, recibe el privilegio de que puedan ganar el jubileo quienes visiten su santuario distante dos leguas de la población y en torno al cual “hay muchos caseríos de gente que viene muy poco al pueblo”.
En 1914 tenemos noticia de la importancia institucional que debía alcanzar la devoción. La descripción de la ermita indica que debía estar acondicionada para recibir a un considerable número de romeros, además de a los propios representantes del cabildo municipal. La ermita tenía “varias habitaciones pegadas a la misma, destinadas al servicio de la Hermandad. El santero ocupa una casa que dista unos 10 metros de la ermita, llamada Casa de la Villa de la cual está hecho cargo el Ayuntamiento, sirviéndose de ella las autoridades a la traída y llevada de la Virgen”.
Por último, Juan Ruiz resalta su importancia entre las devociones del momento en el año 1924, al detallar su culto y milagros. La frecuencia con la que era visitado el santuario hacía a la imagen receptora de numerosas limosnas y exvotos; celebrándose tres fiestas anuales: el Cerco de Cera para que cumplieran con el precepto pascual los moradores de las cortijadas vecinas, y la traída al pueblo y devolución a la ermita. Con motivo de los festejos concurre a la ermita “mucho personal de los pueblos vecinos; el Valsequillo, La Granjuela, Peñarroya y Pueblonuevo del Terrible”, y es recibida a la entrada del pueblo por el clero y autoridades.
-Ruiz Ramos, Fray Juan, La Ilustre y Noble Villa de Hinojosa del Duque. Jerez de la Frontera: [s.n.], 1922 (Tip. El Sto. Escapulario).
-Agudo Torrico, Juan, Las hermandades de la Virgen de Guía en los Pedroches. Ed. 1. Córdoba. Caja Provincia de Ahorros de Córdoba. 1990.