“ Paisaje policromado,
azules montes al fondo
y el valle, de un verde hondo,
De tomillo perfumado.
Radiante flor de granado,
rompe la Ermita en fulgores,
la Antigua Flor de las Flores,
en su Gracia nos anega
y en ese anegar entrega
su vida rota en amores”.
(…)
“Hoy comienzo a ver las cosas
Con una lente precisa;
La esperanza de tu sonrisa,
La vanidad en las rosas.
Veo dulzuras amorosas
y amores son amarguras,
y ternezas y dulzuras
compañeras del dolor.
De tus dos faros de amor
destilan las mieles puras.”
(…).
“Madre! Quiero agradecerte
todo este bien que nos haces.
Y todo lo que deshaces
en el trance de la muerte.
Yo quiero, al fin, poseerte
al entregarte mi vida,
como esta canción sentida
que verso a verso han rimado
el corazón destrozado,
la pupila humedecida.”
Poesía del Padre Santiago Mª Caballero, “A la Virgen de la Antigua”.
Gracias a la Cofradía por confiar en mi voz para que la Virgen del Antigua ponga en ella sus palabras, y regalarme el honor de estar tan cerca de Ella para rezar en voz alta.
Gracias por el esfuerzo tan grande que lleváis haciendo desde hace un año en estos tiempos pandémicos, en los que habéis sabido llevar a la Virgen de casa en casa, y mantener viva la llama de la fe, pese a la gran dificultad de acercar los cultos, las emociones, el júbilo y todo lo que nuestra Madre nos hace sentir hasta cada uno de nosotros a través de todos los medios posibles en este largo año de soledades compartidas.
Gracias a los párrocos y sacerdotes de nuestro pueblo por su entrega y su cariño en cada rito, en cada gesto, en cada conexión a internet para llevarnos a nuestra Madre a casa, a cualquier lugar del mundo, y librarnos de la soledad del aislamiento.
Gracias al pueblo de Hinojosa del Duque por su humildad, su valentía y su paciencia para llevar día a día la cruz.
Gracias a mi familia y las personas tan maravillosas que la Virgen ha puesto en mi camino y que día a día dan fe de su amor.
Y, aunque en este tiempo nada parece normal aquí estamos otra vez, Virgen amada de la Antigua, para decirte que te queremos otra vez, y otra vez llorar ante tu mirada.
María de la Antigua mi voz tiembla al nombrarte y me invaden deseos, Señora, de besarte y ahora estoy aquí después de tanto tiempo, confinamientos y larga espera y distancia, aquí, a tu lado.
A tus pies Señora me planto y en tus manos dejo mis palabras para que seas tú, quien le hable al pueblo de Hinojosa, ausentes y presentes, en este espacio interior, exterior y en cualquier punto geográfico a través de internet y desde el cielo. Todos ellos con el corazón a tu lado, llamados por ti, convocados por tu dulzura en estos tiempos de incertidumbre y siempre confiando en tu protección. Porque, bien es sabido, que nadie que a ti ha acudido, implorando tu intercesión, se ha marchado sin conocerla.
Tu luz no conoce las distancias. Y es verte de lejos María de la Antigua y sentir tu dulzura, tu abrigo y tu cariño de madre que mira con ojos de amor a cada uno de sus hijos.
Cada velada, cada romería, cada camino, que desde nuestra niñez hemos hecho a tu lado, nos ha llevado a conocer un amor incondicional, atemporal y único. Nos ha llovido, nos ha tronado, nos ha quemado el sol, pero siempre hemos sentido una razón más poderosa que lo humano para seguir y seguir un año más a tu lado, Señora de Hinojosa.
Y volveremos, porque sé que volveremos, cada año hasta la eternidad, pasearemos en un cielo de amapolas sobre el que sigue oliendo romero, y dónde una jara acompaña a las encinas y colorea tus dehesas que nos miman como un miembro más de la creación.
Nos has mostrado la divinidad en la tierra y nos has querido enseñar que siempre estás a nuestro lado, muestra de ello son tus milagros, algunos más conocidos y otros que se guardan en cada casa de Hinojosa del Duque.
El verdadero milagro es tenerte a nuestro lado, seguir aquí acompañándote en cada primavera, descubrirte en los gestos cotidianos que nos hacen saberte cerca y que dan respuesta a nuestras súplicas.
Y fue así como llegaste a nuestros ojos, escondida en un pozo de vida espiritual, de agua que ahora nos protege. Allí en la “Fuen Santa”, ocurrió el primer milagro, donde la luz estaba tapada para su salvación de los sarracenos por los antiguos cristianos y que pasados los siglos volvió a brillar para nosotros.
Hoy conmemoramos una de tus grandísimas gracias al pueblo de Hinojosa, a través del Cartel de las FIESTAS PATRONALES que ahora te presentamos y descubrimos.
Un cartel elaborado por el artista MARIO RAMOS que refleja, con una sensibilidad sublime, el centenario de tu aparición en el año 1921 a nuestro querido hermano, Ambrosio Arellano cuando solo contaba con dos años y medio de edad.
En esta imagen, Señora, brillas más que nunca, y tu manto de estrellas arropa a un pequeño niño que, plácidamente, duerme agarrado a una amapola entre la alta cebada que lo cubre y lo aísla del mundo, pero se siente acompañado, querido, cuidado, se sabe cerca de tu ermita, en tus extensas tierras de amor y próximo al cariño de una madre.
Fue una tarde del 2 de abril en las “Patudas”, a solo 1 km del Santuario de la Virgen de la Antigua, ese día Gregorio, padre de Ambrosio, y el niño se dirigieron hacia la Majada donde estaba el pastor, para ordeñar junto con Gregorio, las ovejas y hacer al día siguiente el queso, como solía ser costumbre, por estas fechas y por estos lugares.
Los hombres comenzaron sus labores y el pequeño Ambrosio empezó a jugar con un corderillo que jugueteaba por allí. Repentinamente, el niño sintió hambre, intentó encontrar a su madre y a lo lejos vio, sobre un cerro, una casa blanca a la que quiso llegar, pensando que su madre allí estaría.
Dejó al corderillo y se dirigió al camino de Peñarroya sin que nadie se percatara de ello, ni supiera hacia qué viaje divino emprendía el camino.
Pasado un largo rato, cansado de andar, se apartó del camino y se introdujo, más y más en la siembra de cebada que, prácticamente, había granado ya, y, por tanto estaba muy crecida, y allí se quedó.
En el aprisco, cuando su padre terminó de trabajar y pidió a la esposa del pastor que le trajera al niño, que él suponía dormido junto a la pastora, descubrió que no estaba.
El padre se llenó de temor, buscó a su esposa, familiares y empezó la búsqueda entre la desolación, silencio, alta cebada y angustia.
Fue convocado todo el pueblo, guardia civil, y los pregoneros pidieron ayuda a todos los pueblos cercanos, del Valle y del Guadiato. Los cuáles se volcaron en su búsqueda hasta que se echó la gélida noche encima. Pensaron sin consuelo que no podría sobreponerse a tanto frío.
En la mañana del viernes 3 de abril, un vecino de Peñarroya acompañado por sus perros, que a su casa volvía tras la infructuosa búsqueda, oyó ladrar a los mismos, y, dicen algunos familiares, que advirtió que en el barbecho había un camino de pequeños palitos, lo que le sorprendió y decidió seguirlos, con tal suerte que al final de los mismos halló a un pequeño niño durmiendo boca abajo sobre su bracito.
Su impresión fue tan grande que pensó que yacía muerto y corrió a avisar a la familia para que vinieran a buscarlo. Fue el hermano mayor de Ambrosio quien corrió primero hasta el niño, seguido de la familia, campo a través, y se abalanzó sobre él con gran sorpresa al descubrir que Ambrosio solo dormía. El pequeño se dejó envolver por los brazos de sus padres y familia.
El 5 de abril de ese año, la familia Arellano Moreno, el matrimonio y sus 5 hijos, se dirigieron a la ermita de Nuestra Patrona con idea de festajarla más que nunca.
Al entrar el niño en la iglesia en brazos de su madre se quedó mirando, con inefable ternura, la imagen de la Señora. Su madre, al ver la preciosa sonrisa de su hijo en los labios mirando con insistencia la santa imagen, le preguntó qué le ocurría, y él le respondió ante el asombro de todos, y con la sencillez y dulzura de un niño: “Mamá esa mujer fue la que anoche me envolvió en ese manto rojo que lleva y cuidó de mí”:
En agradecimiento, la familia entregó el corderito, que conocían de antes, a la Cofradía. La cual, decidió sortearlo, y cuál fue la sorpresa del pueblo de Hinojosa que la suerte recayó sobre la familia Arellano Moreno y les tocó su corderito.
Este hecho fue relatado a los lectores de la Revista Iglesia de Andalucía por el propio Ambrosio Arellano a sus 73 años de edad. Y, tal y como dijo, lo hizo “con la sana pretensión de que este privilegio con el que la Santísima Virgen de la Antigua me favoreció sea conocido y nunca olvidado, para que siempre podamos recordar que la Santísima Virgen de la Antigua sabe cubrir con su manto a todos sus hijos, se encuentren donde se encuentren”.
No quiso la Virgen que este fuera el único hecho con el que demostrarnos su amor, y tal fue su cariño por Ambrosio que en el primer sorteo de hermano mayor, del año 1956, salió afortunado, él rechazó por no encontrarse con fuerzas.
Al año siguiente, en el segundo sorteo de hermano mayor de la Cofradía, volvió a salir elegido, pero de nuevo rehusó.
Y no quedando la Virgen conforme, al tercer año, 1958 en el sorteo de hermano mayor de la Cofradía, volvió a elegirlo y entonces Ambrosio Arellano aceptó.
Y ES QUE ¡CUANDO LA VIRGEN LO QUIERE, ¡SUCEDE!
Queda un hecho más por relatar, que es conocido por muchos vecinos de Hinojosa del Duque, y, que por su valor, merece ser narrado.
Contaban nuestros abuelos, que cuando casi estaba finalizando la rehabilitación de este Santuario, que había comenzado en noviembre de 1955 a manos de los campesinos de la zona que trabajaban con frío seco y calor en el corazón, tuvo lugar un acontecimiento que los dejó perplejos:
El maestro de obras se encontraba ubicado sobre un alto andamiaje rematando el enlucido de la cúpula del altar en la que me encuentro, y, de un modo totalmente inesperado, la cúpula se desplomó sobre el maestro ante la mirada atónita de todos los presentes.
Estos corrieron a desescombrar esta crujía, pensando que lo que encontrarían sería al maestro sin vida, pero cuan grande fue su sorpresa y admiración cuando descubrieron que el hombre se levantó por su propio pie, se sacudió y siguió andando.
Durante años dejaron su legado a familia y amigos diciendo:
¡Verdaderamente, la Virgen hoy ha hecho un milagro !
Así señora, te perdiste
y te hallaron junto al agua.
Se perdió uno de tus fieles
y lo acunaste en la fría noche al raso.
Tumbaron tu santa casa
y la reconstruiste con nobles manos de hermanos,
¡Cómo no confiar en ti
para levantarnos cuando nos caigamos!.
Y este año tu Romería será diferente
pero igual.
Será canción, será poesía,
será una mezcla de aromas
de romero y leña.
Habrá una velada del alma,
silencio en la noche
a la luz de antorchas doradas.
Y renacerá con el día,
a la sombra de las encinas
y al compás del canto de un jilguero.
Y se hará camino al sol y a la lluvia,
y habrá paradas
donde reposar nuestro ajado corazón.
Y repicarán las campanas de la vida
para la única entrada triunfal
que Nuestra Virgen Santísima de la Antigua espera:
la de un pueblo que lata
al compás de un solo corazón.
Y sonreiremos saboreando la alegría de tus pasos por Hinojosa del Duque, la presente y la ausente, al ritmo de una banda, de niños y mayores. Y, entonces, como en un sueño, descubriremos que tu milagro nace y se hace cada noche bajo un manto de estrellas.
Acompañarte siempre es obra del Espíritu Santo, saberte al lado es conocer la sonrisa de Dios y descubrir tus misterios es palpar tu divinidad.
Y es esta ermita tu casa, nuestra casa desde que tenemos uso de razón.
Son estos campos, tus tierras, tu legado, tu lecho, tu lugar en el que nos congregarnos cada año, un hito en nuestras vidas, que lo fue de nuestros abuelos y lo será de nuestros hijos, y sus hijos.
Porque pasaremos nosotros, nos pasará la vida, pero Nuestra Virgen de la Antigua permanecerá, eternamente, en su campo.
Y esta ermita es y será su símbolo terrenal, al que vendrán las generaciones venideras a adorarla. A vivir la fe de la mano de la virgen, a vivir el amor por los demás en cada gesto, a la luz de tu resplandor.
A Vivirte cada año, y a volver y volver desde cada ciudad siempre con la única ilusión de quién se encuentra con lo que más quiere, a venir a cantarte, acompañarte con la banda, cantar tus virtudes, escuchar tus milagros de la mano, siempre, de esta gran familia hinojoseña.
¡Pasaremos nosotros pero Ella no pasará!
Cada árbol, cada hoja, cada flor, cada canto de un pájaro y cada vuelo, cada primavera eres tú Santísima Mª de la Antigua.
Entre lirios y azucenas, amapolas y romero, te pedimos que nos protejas y guíes nuestras almas en la oscuridad, nos des alas de luz para saber volar hasta los corazones que ansíen tú presencia sin conocerte. Aquí tienes a tus testigos, hasta donde llegue nuestra voz llegará tu nombre, Mª de la Antigua.
Y no estarás nunca sola Madre mía, aunque solitaria te quedes, y que, en palabras de nuestro querido amigo D. Juan Cano Cabanillas, suena así:
“Tengo Celos de la noche
que se cuela por tu casa
donde estrellas y luceros
juguetean hasta el alba.
Tengo celos del lucero
que en la noche te acompaña
y se retira quedito cuando llega la mañana.
(…)
“Tengo celos de la estrella, tengo celos de la luna, tengo celos de los rayos del sol, tengo celos de la brisa, tengo celos del arrullo”,
“Tengo celos del arroyo que aunque no detenga el agua Te canta viejas canciones.
En tarde, noche y mañana.
Quiero ser noche y lucero,
Arrullo, canción y brisa.
Mirando siembre tu cara
Esperando tu sonrisa.
Y poderte yo decir:
No tengo celos pastora.
Pues tú, Virgen del Antigua,
Eres MI REINA Y SEÑORA.”
Con todo mi cariño a Mª Santísima de la Antigua y al Pueblo de Hinojosa del Duque, el 14 de marzo de 2021