El lunes 11 de abril, amanecía sobre Hinojosa del Duque un sol somnoliento que, embozado en nubes gruesas, se lavaba la cara con lluvia de primavera. La tarde anterior había cumplido mi pueblo el compromiso, tan añejo como el vino antiguo de las Patudas, de traer sobre sus hombros a su Patrona.
La Virgen de la Antigua, Pastora y Peregrina, armada de sombrero, guardapolvo y báculo, vino todo el camino cantando y sonriendo con el Niño en brazos, mientras mandaba que se regaran generosamente los campos de los que se nutre su pueblo.
Cuando amaneció el lunes, la Virgen ya era Reina en las naves góticas de San Juan Bautista. El Astro que la tarde anterior la había dejado en San Gregorio cobijada por enramadas de romero, la reconoció aquella aurora del lunes con la corona y el largo manto de oro y seda extendido sobre las orquídeas y las rosas. Estas fueron las primeras horas de la Antigua en nuestro pueblo.
Ahora, cuando vivimos las últimas de su estancia entre nosotros, el recuerdo de aquellos días de su llegada nos introduce en una especie de blandura del corazón que nos humedece los ojos y nos lleva a echarla de menos cuando todavía no se ha ido.
Por ello, antes de que Ella vuelva al camino, otra vez con flores en el sombrero, mirémosla un momento más con sus galas de Reina, y todo el que tenga algo que agradecerle, todo el que tenga algo que pedirle, todo el que la tenga por su Madre, todo el que la tenga por su Patrona, todo el que la quiera con el enamoramiento imperecedero e insobornable de los hijos hacia las madres, deje el sábado un beso sobre la mano derecha de la Virgen de la Antigua.
Se besaba la mano del emperador de los romanos como signo de sumisión. Se besaba la mano de los reyes medievales como signo de vasallaje. Se besaba la mano del Papa como signo de obediencia y fidelidad a la Iglesia. Se besaba la mano del cura porque sostenía en el altar el Cuerpo de Jesucristo.
El gesto de besar la mano forma parte de nuestra cultura desde hace milenios, y este año de la misericordia, se instituye solemnemente un besamanos para gloria y veneración de la Stma. Virgen, nuestra Patrona.
Te invitamos a venir con todo el calor y toda la cordialidad posible, pero no para hacer número, aquí no se trata de que vengan muchos o muchísimos. Te invitamos a venir para que, antes de que se vaya la Virgen, tengas la oportunidad de decirle lo que no le has dicho todavía; para que beses la mano de la que te ha sometido con un amor inefable; para que beses la mano de tu Reina que es la Reina del Cielo y la Tierra y le ofrezcas tu alma en vasallaje; para que al besar su mano preciosa le ofrezcas tu fidelidad y obediencia a la Iglesia; a la que es Imagen perfecta de la Iglesia; para que beses la mano que levanta el Cuerpo de Cristo y sostiene el cetro de la misericordia de Dios; para que al besar su mano tengas un momento de ternura y de intimidad, tratando con la Virgen de la Antigua el secreto de tu corazón que solo has compartido con Ella.
Tú dejarás un beso en la mano derecha de la Virgen de la Antigua. Solo Ella sabe en este momento lo que te dará por ese beso.
El sábado, 3 de septiembre, a partir de las 19:30 h, en la Parroquia de San Juan Bautista.