Esta imagen de gloria -que a primera vista difícilmente relacionaríamos con las prácticas penitenciales, dado que sus fiestas principales están ligadas a la Pascua de Resurrección y que los rituales que rodean su romería y venida al pueblo están llenos de alegría y manifestaciones festivas- adquiere un profundo significado al portar sobre sus vestimentas, ya sean galas de Pastora o de Reina, el signo incomparable de la cruz.
Desde tiempo inmemorial, ligada al día de la Anunciación, se celebraba en el Santuario de la Virgen la fiesta del Cerco de Cera, hoy desaparecida. En plena Cuaresma, este día se administraba el sacramento de la penitencia a los numerosos campesinos y aldeanos que poblaban las inmediaciones de la Antigua en cumplimiento del precepto pascual. La Madre del Señor hacía esta llamada y esta invitación a la humildad, a la penitencia y a la conversión mostrando la donación perfecta de su Hijo en la cruz por nuestros pecados. Ella servía como divino reclamo para que aquellas gentes devotas recuperaran la unión con el Creador, rota a consecuencia de tantas faltas de amor. Así, de la mano de la Santísima Virgen de la Antigua llegaban a Jerusalén, a Getsemaní, al Calvario y al Sepulcro las gentes sencillas que vivían alejadas del pueblo, pero muy cerca de su dulce Pastora.
En nuestros días, son muchos los hinojoseños y devotos que visitan a la Patrona en su Santuario durante los domingos de Cuaresma, buscando en aquella paz apartada y bucólica el encuentro íntimo con el Corazón traspasado por amor a nosotros. Pero, es especialmente en Pascua cuando se desborda el río de los amores a Santa María de la Antigua. Entonces, todo el pueblo unido, reclamado por el amor de su Madre, acude en masa a aquel cerro ancestral, sede mariana de los siglos, para ver al Hijo vivo en los brazos de su Madre. Nuestra Patrona es la Madre del Resucitado, la Madre del que ha vencido a la muerte, ha abierto el Cielo y ha donado el Espíritu Santo para que podamos vencer nosotros también. Y, sin embargo, sobre su cuerpo porta la cruz como estandarte de victoria: In hoc signo vinces; lleva la cruz porque sólo el que se ha donado en la cruz puede resucitar y no hay resurrección que no pase por el previo ofrecimiento de la propia vida por amor; lleva la cruz como huella imborrable de la historia, porque el Hijo vivo que lleva en sus brazos, ese que se muestra glorioso desde la cúpula de las andas, ha resucitado con las llagas de la cruz, por eso lo reconoció santo Tomás, apóstol: “Mete la mano en mi costado…”; lleva la cruz porque también estuvo allí, de pie, junto a la cruz, hasta el final; en todas nuestras dolorosas está la semilla del gozo eterno asegurado bajo el patronazgo de la Antigua.
La Antigua, nuestra Patrona, la Virgen de la Pascua nos enseña que no hay resurrección sin cruz. Por eso es un error buscar la evasión ante el sufrimiento. De esas evasiones, nunca podrá salir la vida. Afrontando el sufrimiento, unidos a Cristo crucificado, es como resucitamos.
Saludamos y animamos en su labor a las cofradías penitenciales de nuestro pueblo y felicitamos especialmente a la Hermandad del Santo Sepulcro que celebra su 75 aniversario. Nos liga especialmente a esta Hermandad el que la imagen de nuestra Patrona vaya en el paso de Ntra. Sra. en Su Amargura. La Virgen de la Antigua, puesta en ese sitio concreto, nos recuerda que tanta Amargura pronto se convertirá en gozo.
D. Antonio Javier Cortés Jurado
Vicepresidente de la M.I. Cofradía de Ntra. Sra. de la Antigua, Patrona de Hinojosa del Duque.